que en pensaria Ignatius J.Reilly de Brueghel?
No sé fins a quin punt pot haver estat Eduardo Mendoza influenciat per l’obra de John Kennedy Toole, però després de llegir La conjura de los necios, he recordat la seva delirant Aventura de un tocador de señoras. En ambdós casos parlem d’obres quixotesques i esperpèntiques protagonitzades per dos personatges que, salvant les distancies, coincideixen en autoafirmar-se en la seva condició d’outsiders; dos anti-herois en l’ardua missió de combatre —o fugir de— les perversions de la classe mitja, els burgesos de pandereta, les forces de l’ordre públic i una fauna diversa de poderosos i desgraciats.
Amb tot això, Mendoza i Kennedy Toole aconsegueixen dues sàtires de la Barcelona pre-olímpica i del Nova Orleans dels seixanta, respectivament, que posen de manifest els punts febles d’ambdues societats: prostitució, barris decadents, lluita pels drets cívils, corrupció política i empresarial i etc. etc. Les similituds no van gaire més enllà. De fet tampoc he descobert la sopa d’all, tenint en compte que els marginats són, per norma general, els grans protagonistes de la literatura. De totes maneres, llegint els dos fragments a continuació, la proximitat no deixa de semblar-me raonable. El que diu el protagonista de Mendoza de si mateix ho podria haver dit, tranquil·lament, l’amic Ignatius J.Reilly —que té la paraula més avall. O no?
Yo no pertenezco a ningún estrato social. Que no soy rico, a la vista está, pero tampoco soy un indigente ni un proletario ni un estoico miembro de la quejumbrosa clase media. Por derecho de nacimiento pertenezco a lo que se suele denominar la purria. Somos un grupo numeroso, discreto, muy firme en nuestra falta de convicciones. Con nuestro trabajo callado y constante contribuimos al estancamiento de la sociedad, los grandes cambios históricos nos resbalan, no queremos figurar y no aspiramos al reconocimiento ni al respeto de nuestros superiores, ni siquiera al de nuestros iguales. No poseemos rasgos distintivos, somos expertos en el arte de la rutina y la chapuza. Y si bien estamos dispuestos a afrontar riesgos y penas por resolver nuestras mezquinas necesidades y para seguir los dictados de nuestros instintos, resistimos bien las tentaciones del demonio, del mundo y de la lógica. En resumen, queremos que nos dejen en paz.
La aventura del tocador de señoras – Eduardo Mendoza
Siempre he sentido, en cierto modo, una especie de afinidad con la gente de color, porque su situación es igual a la mía: nos hallamos fuera del círculo de la sociedad norteamericana. Mi exilio es voluntario, por supuesto. Es evidente, sin embargo, que muchos negros desean convertirse en miembros activos de la clase media norteamericana. La verdad es que no puedo entender por qué. He de admitir que este deseo suyo me lleva a poner en entredicho sus juicios de valor. Pero si quieren integrarse en la burgesía, no es asunto mío, en realidad. Pueden ratificar si quieren su propia condenación. Yo, personalmente, protestaria con todas mis fuerzas si sospechase que alguien intentaba auparme a la clase media. Lucharia contra el individuo descarriado que intentase auparme, desde luego. La lucha tomaría la forma de manifestaciones de protesta con los carteles y pancartas tradicionales que, en este caso, dirían: «Muera la clase media», «Abajo la clase media». No me importaría tampoco lanzar uno o dos cócteles molotov. Además evitaria meticulosamente sentarme junto a miembros de la clase media en restaurantes y en transportes públicos, manteniendo incólumes la honradez y la grandeza intrínsecas de mi ser. Si un blanco de clase media fuera lo bastante suicida como para sentarse a mi lado, imagino que le golpearia sonoramente en la cabeza y en los hombros con una manaza, arrojando, con suma destreza, uno de mis cócteles molotov a un autobús en marcha atiborrado de blancos de clase media con al otra. Aunque el asedio durase un mes, o un año, estoy seguro que al final me dejarían todos en paz, una vez evaluado el total de carniceria y destrucción de propiedad
La conjura de los necios – John Kennedy Toole
1 comentario:
Amb el Mendoza he rigut, però l'Ignatius Reilly és molt molt gran. (Hola Marina! primer comentari crec). Perdó, però algú ho havia de dir.
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